Comprender el amor es clave para evitar las tensiones con tu pareja sentimental.
“El amor es una actividad, no un afecto pasivo; es un estar continuado, no un súbito arranque” dice Erich Fromm en su libro El arte de amar.
Esta definición es solo un ejemplo de lo que podemos entender por amor, pues existen muchas maneras de entender un fenómeno tan complejo como éste y no es algo fácil de precisar. Además, cada persona tendrá su visión particular del amor de acuerdo a sus experiencias pasadas.
Ante este hecho, sin embargo, se erige el hecho de que los conflictos de pareja parecen ser no poco comunes, y aunque sus orígenes pueden ser diversos dependiendo de cada caso, sus consecuencias acostumbran a ser muy negativas para la mayor parte de las personas que las viven.
El origen del amor
Para comprender la naturaleza de los conflictos amorosos, primero debemos preguntarnos cómo nace el amor. Ante la abrumadora cantidad de interpretaciones sobre el tema, aquí nos vamos a centrar, sobre todo, en un enfoque propio de la Psicología actual mediante el que responderemos a la pregunta de cómo surge y evoluciona el amor, por qué surgen los problemas de pareja y qué podemos hacer para aumentar la satisfacción con nuestra relación.
Lo primero de todo es preguntarnos qué es lo que pasa para que, de repente, nos quedemos tan prendados de esa persona, por qué no podemos dejar de sonreír cuando pensamos en ella y todo a nuestro alrededor parece volverse de color de rosa. En esas fases iniciales estamos en un estado de activación continuo, atentos a cada suspiro de la persona amada y pensando continuamente en ella y en todo lo que nos recuerda a su persona. Eso nos hace sentirnos como en una nube de felicidad perpetua.
Pues bien, podemos dividir esa activación que vivimos en la etapa de enamoramiento en dos tipos.
1. La raíz biológica
Por una parte, sentimos una gran activación fisiológica debido al impulso de diversas sustancias químicas que produce nuestro organismo y que bien podrían denominarse “drogas de la felicidad”, ya que diversos estudios revelan que estar locamente enamorado activa las mismas zonas del cerebro que la adicción a la cocaína.
Algunas de estas sustancias son: la dopamina, la serotonina, la oxitocina, el estrógeno y la testosterona, cada una con una función específica en el amor.
2. La parte cognitiva y emocional
Por otra parte, también existe una activación cognitiva-emocional. Es decir, se producen en esta etapa pensamientos obsesivos del tipo: “me gusta”, “le/la quiero”, “es para mí” y se mezclan diversos sentimientos como el interés y el miedo al rechazo.
Esta vertiente del enamoramiento, sin embargo, pertenece técnicamente también al reino de lo biológico, puesto que lo que ocurre en ella se debe a procesos físicos y químicos. Sin embargo, es más fácil describirla en términos psicológicos.
¿Cómo abordar el problema de los conflictos de pareja?
Esta fase inicial del enamoramiento se agota con el transcurso de los meses. Esto hace que al cabo de los años ya no sea un amor de carácter tan obsesivo como al principio, lo cual es completamente adaptativo, pues de no ser así no seríamos capaces de cuidar a nuestros hijos ni de atender nuestras responsabilidades al tener las 24 horas del día a nuestra pareja en mente, sin preocuparnos por más cosas.
El amor que aparece tras esta fase es un amor que va ligado al aumento del grado de compromiso a largo plazo. Esta fase del enamoramiento tiene un fuerte componente cultural y se ve afectada por los usos y costumbres de la zona en la que se vive, pero también por los hábitos diarios de los miembros de la pareja y los compromisos y “contratos” que establecen entre ellos. Es, digamos, una emoción más relajada y no por ello peor que la anterior.
¿La etapa de la confrontación?
Es en esta segunda etapa donde suelen aflorar con más facilidad los conflictos de pareja.
Muchas veces, el germen de estos problemas se encuentra en determinadas ideas preconcebidas que las personas tenemos sobre las relaciones de pareja que son totalmente irracionales. Por ejemplo:
1. “El amor es un sentimiento que nace o muere sin que podamos hacer nada por remediarlo. No importa lo que hagamos”. Esta creencia puede combatirse desde el punto de vista de que el amor no es algo que viene y se va por arte magia, sino que es algo que nosotros mismos construimos día a día con cada una de nuestras acciones.
2. “Los carácteres opuestos se atraen”. Al contrario, existen estudios que indican que la semejanza entre los miembros de la pareja es un predictor de éxito para ésta.
3. “Si me ama debe aceptarme tal y como soy, sin intentar cambiarme”. Está claro que cuando nos enamoramos de alguien nos enamoramos de la persona que es en ese momento, no de la persona que podríamos llegar a convertir (de lo contrario sería algo problemático). Sin embargo, eso no quiere decir que no podamos ayudar a nuestra pareja a mejorar como persona y limar aquellos aspectos de la personalidad que no agradan a ninguno de los dos.
4. “Si no atiende mis necesidades es porque es un/una egoísta”. Si no atiende tus necesidades puede ser por muchas cosas, por ejemplo que nunca le hayas dicho cuáles son esas necesidades que tienes o que la otra persona no haya aprendido a entenderlas. Creer que la otra persona debe estar ahí para proveernos de lo que necesitamos en todo momento no hace más que preparar el terreno para que aparezcan los conflictos amorosos.
5. “Para que una pareja se lleve bien hay que renunciar a atender a las propias necesidades y a la individualidad”. Esto no es verdad y renunciar a nuestra individualidad (por ejemplo abandonando nuestras antiguas amistades) es mucho más perjudicial que beneficioso, tanto para la pareja como para cada individuo.
6. “No deberíamos discutir nunca”. Respecto a este tema también nos vamos a remitir a lo encontrado en ciertos estudios. Éstos indican que las parejas que muestran mayor satisfacción no son aquellas que menos discuten (pues normalmente aquellos que no discuten es porque se van guardando las cosas) y tampoco aquellas que discuten en exceso. Las más felices son las que discuten en su término medio.
7. “Vivir juntos implica compartir absolutamente todos los aspectos de nuestra vida”. Aquí volvemos a hacer alusión al hecho de que es necesario que ambos miembros de la pareja mantengan su individualidad. Por ejemplo, no es necesario que ambos tengan aficiones idénticas: los sábados por la mañana él puede ir a clase de artes marciales y mientras ella ir a clase de yoga, o viceversa.
Claves extra para mantener a raya las crisis
Las de antes son algunas de las muchas ideas irracionales que se puede tener en torno a qué debe ser una pareja y que entorpecen en curso normal de ésta.
Pero además de desterrar estos mitos, hay muchas más cosas que podemos hacer para mantener el amor y no caer en los continuos conflictos de pareja. Son detalles que aparentemente parecen muy sencillos y de sentido común (y realmente lo son), pero que muchas veces en el día a día no resultan tan fáciles de identificar y llevar a la práctica. Vamos a ver cuáles son.
1. Que haya diálogo
Un elemento fundamental para que una relación de pareja prospere adecuadamente es la comunicación. Debemos utilizar un vocabulario preciso para expresar aquello que nos gusta y aquello que no, ya que es un error esperar a que la otra persona adivine lo que necesitamos.
Para manifestar estos aspectos negativos que nos desagradan de nuestra pareja podemos comenzar diciendo antes algo positivo, continuar planteando de manera muy específica cuál es el problema y expresar nuestros sentimientos al respecto, admitiendo nuestro papel en el problema. De esta manera, llegar a un acuerdo será más sencillo.
2. Exteriorizar el amor
También es importante dar y pedir demostraciones de afecto. Normalmente con el paso del tiempo se tiende a pensar que nuestra pareja ya sabe que la queremos, pero aparte de demostrarlo en el día a día es elemental expresarlo con palabras: decir “te quiero”.
3. Cambiar de aires
Algunos conflictos de pareja son el resultado de la encarnación de dinámicas y rutinas nocivas para ambos miembros de la pareja, como por ejemplo una mala gestión del tiempo disponible para dedicárselo a la pareja.
Por eso, otra de las cosas que ayuda a aumentar la satisfacción es huir de la rutina haciendo un hueco a las actividades de ocio, tanto en pareja para aumentar la complicidad como por separado para mantener el resto de relaciones sociales y no perder nuestra individualidad.
Resumiendo
Fundamentalmente podemos decir que las relaciones amorosas siempre requieren atención y esmero, no solo en las fases iniciales en las que resulta más sencillo debido a la intensa activación fisiológica, cognitiva y emocional que hemos comentado al principio. Pero si sabemos cuidar adecuadamente los aspectos aquí citados y aquellos que la pareja considere más relevantes, la felicidad que obtendremos superará ampliamente el esfuerzo invertido en ello.