
Es fascinante cómo un detalle casi olvidado de la historia de la infraestructura vial cambió el curso del transporte moderno: antes de que los automóviles dominaran las carreteras, fueron los ciclistas quienes impulsaron la primera ola significativa de mejoras en las vías públicas.
El movimiento de “Buenas Carreteras” (Good Roads Movement)
A finales del siglo XIX, cuando la bicicleta ganaba popularidad como medio de transporte y recreación, los ciclistas se enfrentaban a un problema crítico: la mayoría de las carreteras en Estados Unidos y Europa eran poco más que caminos de tierra o senderos rudimentarios. Estas vías, embarradas con la lluvia y polvorientas en temporada seca, presentaban condiciones terribles para las delicadas ruedas de las bicicletas de la época.
Esta situación llevó al surgimiento del “Good Roads Movement” (Movimiento por Buenas Carreteras), una campaña inicialmente liderada por ciclistas y sus organizaciones. La Liga Estadounidense de Ciclistas (League of American Wheelmen), fundada en 1880, se convirtió en una de las principales defensoras de este movimiento.
Las estrategias de los ciclistas activistas
Los activistas ciclistas emplearon diversas estrategias para promover su causa:
- Publicaciones dedicadas: La Liga publicaba “Good Roads Magazine”, una revista que difundía los beneficios de las carreteras pavimentadas.
- Cabildeo político: Organizaron campañas dirigidas a legisladores estatales y federales para obtener financiamiento para la mejora de carreteras.
- Educación pública: Realizaron demostraciones públicas sobre los beneficios económicos y sociales de contar con mejores vías.
- Mapeo de rutas: Crearon los primeros mapas de carreteras para ciclistas, identificando las vías más adecuadas para viajar en bicicleta.
De las bicicletas a los automóviles
Lo que comenzó como un movimiento específico para ciclistas pronto atrajo aliados inesperados. Entre 1890 y 1910, a medida que el automóvil comenzaba a aparecer en escena, los primeros automovilistas encontraron en los ciclistas unos aliados naturales. Ambos grupos compartían un interés común: carreteras más anchas, lisas y duraderas.
Esta alianza aumentó considerablemente el poder político del movimiento. Los fabricantes de automóviles, con Henry Ford a la cabeza, reconocieron que su producto jamás tendría éxito masivo sin una infraestructura adecuada, por lo que comenzaron a respaldar financieramente estos esfuerzos.
Logros y legado
Entre los logros más significativos impulsados inicialmente por ciclistas y posteriormente apoyados por automovilistas se encuentran:
- La creación de la Oficina de Carreteras Públicas en 1893, primer organismo federal dedicado a la mejora vial en Estados Unidos.
- Las primeras carreteras pavimentadas interurbanas, que permitieron viajes más largos y cómodos.
- La presión para la aprobación del Federal Aid Road Act de 1916, que estableció el primer programa federal para financiar sistemáticamente la construcción de carreteras.
- El desarrollo de tecnologías de pavimentación más duraderas, como el asfalto y el hormigón, adaptadas inicialmente para ciclistas.
Una ironía histórica
Quizás la mayor ironía de esta historia es que el éxito del movimiento creó las condiciones perfectas para que el automóvil eventualmente marginara a la bicicleta como medio de transporte principal. Las carreteras pavimentadas, originalmente impulsadas para el disfrute de los ciclistas, se convirtieron en el dominio casi exclusivo de los automóviles durante gran parte del siglo XX.
Cuando hacia 1920 los automóviles comenzaron a dominar el paisaje urbano y rural, muchos de los activistas originales del movimiento por buenas carreteras se encontraron desplazados de las mismas vías que habían ayudado a mejorar. El automóvil, con su mayor velocidad y capacidad para transportar cargas, aprovechó al máximo la infraestructura que los ciclistas habían soñado.
Relevancia contemporánea
Este capítulo de la historia resulta particularmente relevante hoy, cuando las ciudades de todo el mundo reconsideran el papel de la bicicleta en la movilidad urbana. Las iniciativas actuales para crear infraestructura ciclista dedicada representan, en cierto modo, un retorno a las raíces del movimiento vial moderno.
Los activistas de la movilidad sostenible contemporáneos pueden encontrar inspiración en aquellos primeros ciclistas que no solo soñaron con mejores vías, sino que se organizaron eficazmente para convertir ese sueño en realidad, aunque el resultado final haya tomado un rumbo inesperado.
La historia del “Good Roads Movement” nos recuerda que las innovaciones en infraestructura a menudo tienen consecuencias inesperadas, y que aquellos que pavimentan el camino (literalmente, en este caso) no siempre son quienes más se benefician de sus esfuerzos.